El descubrimiento de la Necrópolis y el Anfiteatro en el siglo XIX desveló este tesoro arqueológico gracias a la iniciativa de Juan Fernández López y del arqueólogo inglés Jorge Bonsor.
La Necrópolis data del siglo I y revela los rituales funerarios de la época. La incineración era el método más común, ejecutada en quemaderos excavados en la roca. Las cenizas se depositaban en fosas cubiertas con sillares, ladrillos o tégulas, adornadas con estelas que marcaban el lugar y el nombre del difunto.
El mausoleo colectivo presenta una cámara cuadrangular con nichos sobre un banco que solía albergar ofrendas. Algunas cámaras revelan huellas de puertas, mientras otras se cerraban con losas. La Necrópolis tiene una excelente conservación y es uno de los yacimientos más importantes de la Península.
Frente a la Necrópolis, el Anfiteatro era un espacio destinado a espectáculos de fieras y manifestaciones artísticas. Se especula que el graderío y vestíbulos estuvieron cubiertos con planchas de material noble, albergando nichos para estatuas de emperadores y carmonenses ilustres.
Con la "ima" y la "media cavea" bajo la calzada, cavadas en el alcor, y la "suma cavea" como única parte edificada, el Anfiteatro presenta una fachada oriental con una rampa de ingreso, similar a las que probablemente existían en cada esquina, brindando acceso a salidas o vomitorios.
Esta es el santuario dedicado al culto de las divinidades de Cibeles y Attis, conocido como la Tumba del Elefante. Attis, dios que moría y resucitaba anualmente, arraigó entre los carmonenses, simbolizando la recuperación de una forma de religiosidad propia. La figura del elefante, desde su descubrimiento, se convirtió en el símbolo más destacado de la eternidad en este edificio.
La más monumental de las estructuras tradicionales en la Necrópolis, que reproduce una lujosa mansión. Un amplio patio porticado se abre a diferentes estancias, incluyendo una galería cubierta con una cámara que albergaba la escultura de Servilia.
Fechada en la época de Augusto, todo sugiere que esta tumba perteneció a una familia de gobernantes-funcionarios romanos.
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